Resumen:
|
No todos son "gente como la gente". El contractualismo era un marco (hoy se llamaría un "paradigma"), dentro del que se daban todas las posibles variables políticas, desde el despotismo ilustrado hasta el socialismo, o sea, desde el meticuloso Kant con su puntualidad hasta el revoltoso Marat calmando sus urticarias en la bañera. Por ende también podía convertirse en algo peligroso para la propia clase que lo impulsaba, que defendía la igualdad, pero que también empezaba a distinguir entre los más y los menos iguales....
|