Título: | Ser profesor de filosofía en la UCM : To Be Professor at the Complutense University |
Autores: | López Molina, Antonio M. |
Tipo de documento: | texto impreso |
Editorial: | Ediciones Complutense, 2016-10-20 |
Dimensiones: | application/pdf |
Nota general: |
Revista de Filosofía; Vol. 41 Núm. 2 (2016); 247-266 1988-284X 0034-8244 |
Idiomas: | Español |
Palabras clave: | RESF:ART |
Resumen: |
Me propongo en este trabajo llevar a cabo una autorreflexión, un autoanálisis acerca de mi dilatada experiencia docente, no desde un punto de vista formal en cuanto a la especificidad del programa y los temas de mis asignaturas, sino acerca de la singularidad de la actividad docente, en la que el compromiso con los estudiantes, con la materia impartida, y con la Institución en la que tengo el privilegio de trabajar, constituyen el motivo fundamental que rige y ordena mi oficio como Profesor. Mi exposición recorrerá diez ítems (1. La clase como creación. 2. Espacio, tiempo y materia. 3. Siempre hay tiempo. Sobre la dificultad de ajustar los contenidos de una asignatura a las 52 horas. 4. La peor clase es la que no se imparte. La peor clase es aquella a la que no se asiste. 5. Las virtudes del Profesor. 6. La letra con sangre entra, con la sangre del profesor. 7. Extensión e intensidad de los contenidos en un curso académico. 8. La recompensa del trabajo bien hecho. 9. Nuestra dignidad consiste en cumplir con los acuerdos. 10. Tutorías, exámenes, evaluación.), cada uno de los cuales trata de mostrar de forma especular un componente ideal del buen Profesor que todos aspiramos ser. En este sentido, este ensayo no consiste en una descripción positivista de la realidad docente, sino que pretende reconstruir una demarcación crítica entre la idealidad a la que todos pretendemos llegar y la realidad empírica que continuamente nos presiona en sentido inverso. La coacción sin coacciones de la ejemplaridad es lo que nos empuja a mantener viva la fe en la apropiación de la naturaleza y el espíritu de ese Profesor ideal. I propose in this paper a reflection, a self-analysis, about my extensive teaching experience, not from a formal point of view of the specificity of the program and the subjects of my courses, but about the singularity of the teaching activities. The commitment with the students, with the topic taught and with the Institution in which I have the honor to work, constitute the fundamental motive that leads and conducts my profession as teacher. My explanation displays ten items (1.The lesson as creation. 2. Space, time, and subject. 3. There is always time. About the difficulty to adjust contents to 52 hours. 4. The worst lesson is the one not given. 5. The teacher’s virtues. 6.To spare the rod is to spoil the child. The child’s rod. 7. Extension and intensity of the contents in the academic year. 8. The reward of the well-done work. 9. Our dignity lies in the fulfillment of the agreements. 10 Tutorial, exams and evaluation). Each of them presents a speculation about one of the ideal elements of the good teacher all of us aim to be. For that reason this essay is not a positivist description of the teaching reality, but it expects to reconstruct the critical demarcation between the ideality which all of us try to achieve and the empirical reality that constantly pull us in the opposite direction. The coercion without coercions of the exemplariness pushes us to maintain alive the faith in the appropriation of the nature and soul of the ideal teacher |
En línea: | https://revistas.ucm.es/index.php/RESF/article/view/53953 |
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