Resumen:
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Las Entidades No Lucrativas (ENLs) se están enfrentando a incrementos de la presión competitiva en su entorno. El rápido crecimiento del denominado Tercer Sector frente a una limitada cantidad de contribuciones, está aumentando la competencia entre entidades y provocando que éstas tengan que luchar por los mismos fondos (Frumkin y Kim, 2001; Sinuany-Stern y Sherman, 2014). Además, su estructura de ingresos se está viendo afectada por las fluctuaciones propias del ciclo económico actual, tanto en el volumen de las subvenciones públicas disponibles, como de las contribuciones privadas. En consecuencia, se está forzando a muchas ENLs a desarrollar estrategias de financiación que incluyan la obtención de nuevas fuentes de ingresos para poder realizar su misión y poder sobrevivir. Frente a las fuentes de ingresos de financiación tradicionales a través de donaciones y subvenciones (Carroll y Stater, 2009), las organizaciones recurren en muchas ocasiones a nuevas vías de financiación como es la comercialización de productos y servicios, tanto relacionados con su misión, como no relacionados con esta. Cada fuente de ingresos crea un diferente nivel de dependencia de agentes externos y tiene pros y contras (Froelich, 1999). A pesar de las ventajas claramente contrastadas de la diversificación de ingresos, también puede llevar a un incremento de la complejidad organizativa e incluso a que algunas de las fuentes de ingresos se vean penalizadas, es decir, hace pensar que es posible que el rendimiento se vea afectado...
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