Resumen:
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Las organizaciones culturales privadas, como las fundaciones que pertenecen a una empresa, suelen ser en sí mismas una forma de comunicación, aprovechando los atributos positivos que emana la cultura. Las instituciones públicas, sin embargo, apenas pensaban en la necesidad de una comunicación estratégica y, menos aún, en llevarla a cabo por profesionales (Viñarás y Herranz, 2008). Afortunadamente, se está produciendo un giro positivo en este sentido. Así, el British Museum, por ejemplo, en su documento Governance Principles & Procedures (British Museum, 2016), considera la comunicación estratégica fundamental para dialogar con todos sus públicos (stakeholders), destacando a los donantes y a los medios de comunicación. El Museo del Prado tiene un Área de Comunicación y en su Memoria de Actividades (Museo Nacional del Prado, 2015, p. 234), se habla de que “la nueva colaboración (con la Obra Social La Caixa) incluye (…) el desarrollo y explotación de un Plan de Comunicación”. Que estas memorias estén subidas a Internet refleja la importancia de otro elemento fundamental de la comunicación: la transparencia.
Un Plan de Comunicación permite establecer las líneas estratégicos para enfrentar los retos presentes y futuros. Ante un panorama cambiante, esta herramienta trata de unir visión y valores de una manera actual y también con una visitón prospectiva para servir a toda la sociedad.
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