Resumen:
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La Antropología Médica se considera una especialidad de la antropología que estudia los sistemas médicos y la dimensión cultural de la enfermedad. En la presente tesis, desde la perspectiva de los actores sociales, se intentará exponer los significados de los y las profesionales médicos que desarrollan su actividad en los centros de salud de Atención Primaria (AP), sobre el proceso salud/enfermedad/atención, y la prevención y promoción de la salud. El material empírico ha sido: un conjunto de entrevistas y conversaciones informales con médicos de AP; una serie de directrices, documentos y artículos; y unas observaciones en foros de debate sanitario. El paso de un paradigma basado en la curación de la enfermedad a uno basado en la gestión de la salud, donde los individuos deben asumir su responsabilidad, ha supuesto un giro en el proceso de salud/enfermedad/atención. Desde 1945 se inicia una expansión de estrategias preventivas de detección de riesgos, no en el sentido tradicional salubrista o de la medicina preventiva. En la década de 1970 se producen cambios económicos, demográficos y de la comorbilidad (cronificación y simultaneidad de algunas enfermedades). Los países occidentales incorporan en sus políticas la prevención de enfermedades y la promoción de la salud. Un conjunto de informes de salud pública establecieron objetivos centrados en los estilos de vida como conductas individuales y modificables. Desde 1985 se han acelerado unas transformaciones en la práctica de la medicina, mediante intervenciones tecnológicas de tratamiento de la enfermedad y mantenimiento de la salud, se han ampliado los límites en la definición de la enfermedad y cada vez existe mayor población susceptible de atención. Se propugnan ideas de un nuevo paciente activo responsable de la salud. En España las reformas sanitarias han producido una reconstrucción de la cultura de la atención a partir de la adaptación del modelo original de Atención Primaria de Salud, definido en la Conferencia Internacional de Alma-Ata (1978); y del modelo gerencialista. En los discursos médicos, el tiempo se convierte en un obstáculo estructural para un buen ejercicio. Existe un malestar por la sobrecarga que genera una atención orientada a una demanda creciente, que no se acompaña de las inversiones necesarias. Las consultas parecen reproducir el modelo tradicional de consultas masificadas y asistencia individualizada con criterios biológicos. Ha habido una extensión de la protocolización e informatización. En las llamadas condiciones crónicas, además del ejercicio diagnóstico y de tratamiento, se contempla una serie de actividades de supervisión y recomendaciones, y el control periódico de unas determinadas cifras (por ejemplo, presión arterial). La biografía del sujeto entra activamente en la calidad de vida. El estilo de vida se refiere al conjunto de comportamientos y actitudes que desarrollan las personas (a veces nocivos), que se pueden modificar, dependiendo de la responsabilidad y la voluntad personal. Se asocia a una vida saludable: dieta equilibrada, no sedentarismo, actividades de ocio, cumplir con los tratamientos; aunque se reconocen las dificultades para transformar los hábitos. Se transmite la sensación de saturación de mensajes saludables en la consulta, con escasos resultados. Se ha producido un aumento de la simultaneidad de condiciones y enfermedades, el consumo de múltiples fármacos, las expresiones de malestares y problemas sociales en la consulta (que no se pueden abordar); y una aceleración del proceso de medicalización. Los relatos informan de una fragmentación de la atención y una falta de coordinación entre sus comp0nentes. Se evidencian las brechas entre los discursos dominantes y la reflexión de la práctica cotidiana, que muestra una visión crítica de la atención a las personas con enfermedades crónicas, la polifarmacia y los procesos de medicalización, y una trayectoria profesional de la AP no reconocida suficientemente.
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