Resumen:
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Este artículo expone las razones por las cuales España, que disfruta de un régimen democrático consolidado, sigue promoviendo con tanta debilidad y ambigüedad la democracia e incluso la buena gobernanza en ciertos países. Acontecimientos recientes, como el impacto del terrorismo internacional, han hecho aún más urgente la asistencia democrática a los países vecinos del Magreb. El propio concepto de gobernanza, a pesar de sus limitaciones y sesgos iniciales, permitiría hacer una promoción no intrusiva de la democracia. Sin embargo, los actores de la política exterior española y de la cooperación al desarrollo, como ilustra perfectamente el caso de Argelia, han sido claramente reticentes a comprometerse en este curso de acción. La obvia dependencia energética española de Argelia, hecho que se suele aducir como la principal razón explicativa, es cuestionada basándose no sólo en la evidencia de la acción española en otros países y regiones, como Túnez o América Latina, sino también en un análisis de los discursos e instrumentos de la política exterior española. Como explicación alternativa, se sugiere que prácticas largamente utilizadas en la política exterior “árabe” de España, la reforma pendiente del servicio exterior, la europeización de la acción exterior y el “síndrome de segundo jugador”, después de Francia, dan mejor cuenta de la ambigüedad española y de su lento abandono de las políticas favorables al statu quo.
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