Resumen:
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Carecemos todavía de perspectiva para dar sentido a los tiempos y circunstancias actuales; tiempos de crisis estructural, crisis económica que desvela, con la crudeza e impiedad (selectiva) de sus efectos, otras crisis en las que estamos inmersos. Entre ellas, una crisis profunda de valores humanos que no por la hipertrofia de los aparatos normativos y de la hipocresía retórica de los poderes vigentes deja de ser tan profunda como (también selectivamente) eficaz.
Cuando una fluctuación en los mercados especulativos financieros termina repercutiendo en las nóminas de los asalariados en la otra punta del planeta, hemos de asumir que, efectivamente, la globalización existe, es imparable y se sostiene por el interés que de ello se deriva para ciertas minorías privilegiadas. Puesto que se trata de una dinámica que arrastra, de maneras muy diversas, la existencia de todos/as los/as habitantes de este planeta, conviene reflexionar de manera profunda, a partir de sus efectos recientes, sobre el sentido del modo de existencia al que nos está conduciendo. Para esa reflexión, es necesario edificar una arquitectura epistemológica que nos sirva de herramienta efectiva para re-orientar la transformación de las condiciones sobre las que queremos y podemos asentar el futuro inmediato que nos aguarda.
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