Resumen:
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En el intervalo 1800-1840 Venezuela vive un vertiginoso proceso de cambios revolucionarios, desde el acelerado declive del régimen colonial hasta el surgimiento y embrionaria consolidación de la nueva República independiente, primero frente a la corona española y luego frente a la Gran Colombia. Durante esas cuatro décadas se producen en Venezuela –de modo especial, en Caracas— numerosos e interesantes fenómenos en artes escénicas y música. Éstos constituyen, de hecho, un vivo espejo del modo de pensar y comportarse de las clases sociales en aquel país revolucionado, y sirven de preciso calibre para medir sus gustos y expectativas, bajo el estímulo de los nuevos modelos culturales importados de Europa. Así, en el campo específico de las artes escénicas y musicales, se percibe el claro deseo de las élites por adoptar las normas y convenciones de la música y el teatro “cultos”, emanados del Viejo Mundo, mientras –por predilección o por carencias económicas— las mayorías del cuerpo social (los “ciudadanos de a pie”) satisfacen su necesidad de diversión mediante los espectáculos populares, tanto los de ancestral tradición local, como los nuevos, producidos con frecuencia por artistas foráneos. Mucho más baratos, aunque menos “refinados” y prestigiosos, tales espectáculos populares surgen, para las masas menos favorecidas, como una alternativa –competencia— ante las galas de la cultura “culta”, reservadas para los grupos dominantes.
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