Resumen:
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Se ha demostrado ampliamente que el intervencionismo coronario percutáneo (ICP), cuando está disponible de forma inmediata, es el tratamiento de elección del Síndrome Coronario Agudo con elevación del segmento ST (SCACEST). Existe suficiente evidencia para afirmar que la angioplastia primaria es superior a la trombolisis intravenosa consiguiendo un mayor grado de permeabilidad de la arteria, reduciendo el riesgo de reoclusión y de reinfarto. Todos estos efectos se traducen en mejora de la supervivencia posiblemente por la reducción en el tamaño del infarto evitando el remodelado negativo (1,2). Durante las últimas tres décadas los estudios han demostrado el papel crítico de la reperfusión temprana, completa y mantenida de la arteria responsable del infarto (ARI) (3). Sin embargo, a pesar de las nuevas técnicas en el ICP, las redes asistenciales con reducción en los tiempos de traslado y la generalización de la ICP primaria, la reducción de eventos cardiacos se han estancado (4). La justificación de esta discordancia en los resultados puede estar en que la revascularización epicardica (TIMI 3), que se consigue en más del 90% de los procedimientos, no es sinónimo de reperfusión miocárdica, que es adecuada sólo en un 50% de los casos (5-8). Esta reperfusión inadecuada del miocardio isquémico podría ser causada por edema miocárdico, espasmo microvascular, pérdida de la integridad microvascular o la embolización de material trombótico y restos de placas hacia la microcirculación, entre otros (9). Queda claro que en el tratamiento del infarto es tan importante mantener abierta la arteria de forma permanente como conseguir una perfusión miocárdica adecuada...
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