Resumen:
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Se ha conocido que la democracia se ha visto trastocada, tergiversada, amputada. Se tiene constancia de que los sistemas políticos convencionales son sólo aparentemente democráticos. Y, gracias a la disponibilidad de participar en los flujos de información en el ámbito de la sociedad es posible atisbar el derrumbe de las instituciones que se han revelado como abusadoras de poder, ladronas de la democracia. Se vislumbra la instauración de otros sistemas mejor adaptados a la situación más reciente. En la vida económica, también hay abusos de autoridad, de poder y hay tergiversaciones. La democracia queda circunscrita y, con muchas limitaciones, al establecimiento de los objetivos.
Adicionalmente, hay un objetivo sobre la que hay un consenso implícito por parte de todos los participantes, sea cual sea el tipo de organización: incrementar el valor de la organización; con lo que se consigue atender a los objetivos de todos los intervinientes, la aplicación de la regla una persona un voto no es necesario. Incluso puede ser contraproducente, al menos, coyunturalmente, mientras que unos y otros son conscientes de ese beneplácito. De manera que hasta que se llega a esa situación, de forma inducida, se pueden producir conflictos que conviertan en un juego de suma negativa la participación de unos y de otros. Siendo pequeño el margen de maniobra para la toma de decisiones de manera democrática y siendo necesaria la restitución de derechos, las organizaciones se pueden dotar de sistemas de administración de justicia al margen de los convencionales, con las debidas garantías, para recomponer el sentido amplio de la democracia que alcanza también a la justicia, y es particularmente relevante en el ámbito de las organizaciones de producción, y más aún, en las de producción de participación.
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