Resumen:
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La cooperación internacional no parece haber mostrado la eficacia deseada en el estímulo del desarrollo económico y social. Tampoco parece estar guiada por criterios de equidad con respecto a los países beneficiarios de ayuda internacional. Por el contrario, SU excesiva Vinculación a la política exterior bilateral de los países donantes parece orientarla, sobre todo, al mantenimiento de un cierto tipo de estabilidad en las relaciones internacionales. La Comunidad Europea es un excelente laboratorio para contrastar tales apreciaciones. Es el principal donante mundial de ayuda al desarrollo, pero orienta la mayor parte de sus recursos a países que apenas han mejorado su nivel de vida en las últimas décadas. Aplica su política de cooperación mediante criterios preferenciales y, por tanto, discriminatorios. Y no oculta, al igual que los restantes países desarrollados, la orientación política y la defensa de los intereses estratégicos que presiden el diseño implicación de sus políticas exteriores. En este sentido, la pertenencia de España a la CE plantea un claro dilema. Por una lado, nuestro país ha pasado a formar parte de un área de creciente influencia en las relaciones internacionales, lo que acrecienta las posibilidades de acción en distintos frentes, incluida la cooperación internacional. Pero por otra, la forma y el contenido de la cooperación española con América Latina difieren sustancialmente de la del resto de naciones europeas. Aunque es difícil hacer propuestas que faciliten la reflexión y el debate sobre estos temas, hay algunas consideraciones de carácter general que pueden ser útiles. Entre otras, las páginas siguientes se refieren a la conveniencia de fomentar los compromisos multilaterales como vía para perfilar un marco de relaciones internacionales menos desfavorable para los países iberoamericanos.
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