Resumen:
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Cuando Marx trazara su diagnóstico del devenir del capitalismo en la segunda mital del s.XIX pronosticó que un “sujeto colectivo”, el proletariado (la mano de obra de producción industrial), si cobrara conciencia de su situación objetiva como fuerza de trabajo enfrentada estructuralmente al capital, emprendería un proyecto revolucionario que culminaría con el modo de producción capitalista. Más de un siglo después el pronóstico no sólo fue fallido, sino que nos ha conducido a un capitalismo anti- capitalista en sus fundamentos que, no obstante, no ha dejado de desarrollar su capacidad explotadora. La ciencia económica no ha dejado de vanagloriarse, a lo largo de todo este tiempo, de ser capaz de predecir, objetiva y científicamente, el discurrir de la evolución de lo económico; pese a lo cual, no predijo el mundo actual que habitamos. Sometidos a la voluntad del riesgo especulativo, ya no sabemos si la decisión de un tecnócrata vietnamita puede afectar a la evolución bursátil de una empresa de cosméticos o si la dimisión de un primer ministro puede elevar o no la prima de riesgo de otros Estados-nación. El capitalismo ha llevado hasta el extremo nuestra capacidad de impredecibilidad; la incertidumbre es la constante creciente de nuestra existencia. Frente a ello, crecen, proliferan, fermentan sin cesar, movimientos ciudadanos que, sin tener conocimiento exacto de lo que ocurre, se dan cuenta, no obstante, de que algo anda mal. Todo anuncia, en definitiva, que el erróneo pronóstico de Marx va a cobrar vigencia práctica de un modo que todavía no sabemos cómo será; pero se pueden anticipar algunas directrices sobre su cariz y naturaleza.
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