Resumen:
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La generación de electricidad representa un porcentaje significativo de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Este gas contribuye al efecto invernadero y el cambio climático por el efecto de la actividad humana. El incremento en el número de plantas para la generación de energía renovable, no hidroeléctricas, así como las mejoras tecnológicas han permitido la reducción de las emisiones y por lo tanto el valor indicativo de la huella de carbono. En los últimos años, la contribución del sector de la energía renovable para la generación de energía en el mundo sigue creciendo y esto se traduce en beneficios ambientales asociados a las tecnologías tales como plantas de energía solar concentrada (CSP). La generación de electricidad a partir de fuentes de energía renovables implica pequeñas cargas ambientales, un hecho demostrado por la técnica de análisis de ciclo de vida (ACV), siendo el método más adecuado para determinar el impacto ambiental. La técnica ACV enfocada a las plantas termosolares, representa los impactos asociados a todas las fases del ciclo de vida de una planta CSP, por lo general durante un período de 30 años, que incluye entre otros la extracción de materias primas, componentes de procesamiento, la construcción de la planta, operación, mantenimiento y desmantelamiento. En 2011, el National Renewable Energy Laboratory (NREL) dio a conocer un profundo estudio de una planta termosolar con tecnología de colectores cilindro-parabólicos, que se encuentra en Daggett, California. El inventario de materiales para el ciclo de vida de este estudio y los datos de rendimiento para una planta de 103 MW, junto con los datos proporcionados por el bloque de potencia para un período de 6,3 horas con almacenamiento térmico mediante sales fundidas (TES) fueron proporcionados por Worley Parsons Group. Mediante el ACV, fueron evaluadas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el consumo de agua y la demanda acumulada de energía (CED)...
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