Resumen:
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Extraordinarios parecidos guardan las historias de amor que encontramos en las elegías del poeta latino Sexto Propercio (50 a.C.-15 a.C.) y el novelista francés Marcel Proust (1871-1922). Amantes ociosos, víctimas del dandismo, el protagonista de las elegías latinas y el de la Recherche mantienen atormentadas relaciones amorosas con Cintia y Albertine, respectivamente. En ambas historias se cumplen casi milimétricamente las fases de un intenso ciclo amoroso: primera visión de la amada, enamoramiento, celos, renuncia a viajar por parte del enamorado, huida de la amada, muerte y reaparición de ésta. Asimismo, las actitudes de los dos amantes guardan semejanzas tales como la de convertirse en custodios de sus amadas y la de dar la vuelta al viejo tópico de la belleza sin adorno. Tal estado de cosas sugiere una relación entre Proust y Propercio que va más allá de los estrechos cauces marcados por la causalidad o la casualidad . Conviene recordar que Propercio se ha convertido, a partir de Goethe (y ya antes Petrarca), en un poeta moderno, y que André Chenier, un autor que está en las primeras lecturas de Proust, relee también la elegía. El siglo XX aporta a esa modernidad el homenaje que Pound hace a Sexto Propercio a manera de monólogo dramático. Así las cosas, cabe plantear, más que posibles influencias literarias del poeta latino en el autor francés, un complejo encuentro entre ambos, encarnación de dos sensibilidades distintas y a la vez coincidentes. Más que pensar en si es factible la relación de Proust con Propercio cabría preguntarse cómo es posible que Proust no conociera al poeta latino, pero no como mera referencia culta o académica, sino en clave de lectura vital, como ineludible gramática del amor. Este estado de cosas puede verse cristalizado cuando, seis años después de la muerte de Proust, un autor menos conocido, Julien Benda, publique su libro Properce ou les amants de Tibur (Benda, 1928). En este libro, verdadero alegato para leer a Propercio desde dentro, y no como producto de la aséptica historia literaria, cabe encontrar a Cintia, la amada del poeta, comparando a su amante con el propio Proust, hombres sin juicio que no entienden el amor cuando hay felicidad.
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