Resumen:
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Esta tesis doctoral tiene como objetivo mostrar cómo en tiempos de paz, por falta de interés de nuestras autoridades y con poca oposición de los administrados, dispersamos, deterioramos o simplemente destruimos un patrimonio que no nos pertenece y que deberíamos cuidar y entregar a nuestra siguiente generación por ser el testimonio de nuestra historia y de nuestra cultura. Hemos tomado como ejemplo para nuestro trabajo una institución concreta que tuvo la Compañía de Jesús, la Casa Profesa de Madrid, fundada en 1617 y sobre la cual no existe ningún libro editado. En plena época de la Ilustración, como consecuencia de la Pragmática Sanción promulgada por Carlos III en 1767, que expulsaba de forma abrupta a los jesuitas de sus dominios, el patrimonio material e inmaterial que habían generado hasta ese momento comenzó a deteriorarse hasta prácticamente desaparecer unas décadas más tarde. Para poder evaluar estos activos, debíamos conocer primero el patrimonio que fue construyendo esta institución concreta durante los primeros ciento cincuenta años de su historia en la capital del Reino. Hemos tenido que partir prácticamente de cero al no existir ninguna publicación dedicada a dicha institución jesuítica, excepción hecha de un par de artículos referentes a ella y algunos otros que la citan de pasada, todos ellos referidos a algunas de sus obras de arte o a algún artista que trabajó en ella. En base fundamentalmente a los propios libros, apuntes, cartas u otros documentos redactados por los miembros de la Compañía en aquellos años, hemos podido reconstruir su historia, su misión religiosa, social y cultural, en definitiva, las actividades que realizó. También hemos apuntado los motivos que impulsaron al duque de Lerma, valido de Felipe III, a su fundación, incluyendo una hipótesis adicional a los argumentos ya conocidos. Hemos aclarado en nuestro trabajo el lugar exacto donde dio sus primeros pasos la Casa Profesa, en un pequeño edificio anejo a las propiedades del duque y su posterior traslado a un lugar privilegiado del centro de Madrid, junto a su plaza Mayor. Durante más de un siglo, y con la clara voluntad de llegar a tener unas instalaciones acordes con la que ya tenía la Compañía en otras importantes capitales europeas, fueron adquiriendo propiedades colindantes, ampliando sus instalaciones y construyendo al fin una gran iglesia con su residencia, necesaria para albergar la comunidad de religiosos que dirigían las actividades de todo tipo que la sociedad de entonces demandaba...
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