Resumen:
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Hemos llegado a un punto en el que, simplemente, la racionalidad ha agotado su capacidad de respuesta; nunca fue, esa “Diosa de la Ilustración”, depositaria de una humanidad «íntegra», sino, más bien, predadora y despótica abanderada de un proyecto de ser humano aniquilado, frío y calculador. Ella, con sus vástagos tecnológicos y económicos, nos ha llevado a dónde estamos, a la Desesperación. Cabe entonar el cántico: «¡la Razón ha muerto! ¡Viva la Razón!», para emprender, al fin, un camino de huída, de salvación, un camino poético, en el que el ser humano, sin duda, podrá reencontrarse entre los escombros a los que la muerta Razón lo ha condenado. En esta poética de la desesperación, única vía a través de la cual podremos rescatarnos de la tumefacción que nos envuelve, constriñe y ahoga, tiene cabida un pensamiento creativo, no deudor de los lastres a los que el pensamiento ha sido sometido desde que Bacon y Descartes santificaron el método científico. Un pensamiento prolífico, desatado, aullante, en el que sumar una polifonía de voces que anuncien, con descaro, universos alternativos. La Sociología, la de verdad, la que se siente herida por el sufrimiento creciente al que nos condena el Neocapitalismo actual debe sumarse a esas voces.
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