Resumen:
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Entre los doce cánticos integrantes del Cathemerinon, del escritor hispano-latino Aurelio Prudencio (348-c. 415), el Hymnus ante cibum (Himno para antes de las comidas) constituye un caso ejemplar de aprovechamiento de un acto natural y cotidiano para la construcción retórica de un discurso espiritual y trascendente. En el sentir de este eximio poeta, la circunstancia ordinaria de proceder a alimentarse se convierte para el cristiano consciente en una oportunidad extraordinaria para traer a colación las siguientes ideas dogmáticas, ascéticas y éticas: el deber de invocar y ensalzar a Dios, quien, como Creador, puso cuanto producen el cielo, la tierra y el mar bajo el imperio del hombre; la conveniencia de preferir los nutrimentos lícitos frente a los ilícitos, en concordancia con los mandatos divinos; el valor de la morigeración en el comer y el beber; la exigencia de agradecer a Dios por los alimentos recibidos; la necesidad de rememorar el pecado original (consecuencia de haber comido la fruta prohibida), que exigió la redención del Verbo hecho carne, con el compromiso adicional de afirmar la maternidad divina de María. Así, para Prudencio el anodino acto de disponerse a satisfacer la necesidad natural de alimento debe trocarse para el cristiano responsable en una genuina teofanía y en un sincero reconocimiento de su sumisión a Dios. [ABSTRACT]Between the twelve hymns of the Cathemerinon, by the Hispanish-Latin writer Aurelius Prudentius (348-ca. 415), the Hymnus ante cibum (A Hymn1before the meals) constitutes an exemplary case of taking advantage of a natural and daily act in order to rhetorically construct a spiritual and relevant speech. According to this outstanding poet, the ordinary circumstance of nourising; itself becomes for the conscious Christian an extraordinary opportunity for considering the following dogmatic, ascetical and ethical ideas: the duty of invoking and praising God, who, as the Creator, pur whatever produce the sky, the earth and the sea under the empire of man; the convenience of preferring the allowed nutriments instead of to the illicit ones, in agreement with divine mandtes; the value of the moderaration in eating and drinking; the requirement to be thankful to God by received foods; the necessity to recall the original sin (as a result of having eaten the prohibited fruit), that demanded the redemption of the incarnated Verb, with the additionnal commitment to affirm the Mary's divine muternity. Thus, for Prudentius the anodyne act of satisfying the natural need of food must became for the responsible Christian a genuine theophany and a sincere recognition for his submission to God.
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