Resumen:
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La última película de Alberto Rodríguez tiene un cronotopo bien definido: la transición española (principios de los años ochenta) en las marismas del río Guadalquivir. Allí tiene lugar un thriller en el que sus protagonistas (al menos uno de ellos) descubren a la vez al responsable de un crimen y a la España en la que viven. La investigación que nos proponemos llevar a cabo amplía la teoría del análisis fílmico y plantea el estudio de un caso desde la perspectiva del microanálisis fílmico propuesto por Santos Zunzunegui. Se estudiarán los elementos relacionados con el cronotopo así como las estrategias estilísticas utilizadas por el director para elaborar algunos momentos de la película. Es a través de la puesta en escena como su director crea ese mundo, un espacio, un tiempo, una mirada; con ella inserta su película en un cronotopo determinado. Pero la puesta en escena puede cumplir diversas funciones a la vez. Para ello, estudiaremos en detalle las imágenes que sirven de inicio del film y de transiciones en la película, esos planos cenitales de las marismas. También analizaremos algunos de los motivos que se repiten, que seleccionamos siguiendo el criterio de escoger aquellos que menos necesarios parezcan ser para el desarrollo de la trama. Con este análisis nos proponemos demostrar que el efecto del exceso que menciona Kristin Thompson, la experiencia sensorial, supera la peripecia narrativa. Nuestra hipótesis es que la puesta en escena del espacio-tiempo, y la visión del mundo que se desprende de ella, se convierten aquí en la verdadera experiencia del film.
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