Resumen:
|
La transmisión de esfuerzos, desde la zona de interacción convergente de placas en el Pacífico hacia el interior continental, ha determinado la actual configuración del plano morfotectónico del entorno mexicano. Ese proceso ha producido dos importantes zonas de deformación transversales, Puerto Vallarta y Oaxaca. Aplicando la metodología de Rantsman (1979) se ha determinado en el territorio emergido un mismo patrón morfoestructural y morfotectónico con ciertas modificaciones en Puerto Vallarta. Para la zona centro-oeste mexicana se distinguen 6 bloques, 29 microbloques, 6 alineamientos principales y 4 intersecciones principales de alineamientos. Estos elementos se ajustan a las zonas de mayor actividad y deformación neotectónica (~38000 km2), con un eje principal NO-SE. La misma técnica se aplicó a la región de Oaxaca, adyacente a Tehuantepec, donde hay 8 bloques, 25 microbloques, 8 alineamientos principales y 14 intersecciones principales de alineamientos. Este conjunto tiene una zona de deformación (~40000 km2) con eje principal E-O. El análisis de la sismicidad, las fracturas, los alineamientos, los cuerpos volcánicos y las velocidades de convergencia de las placas con los modelos obtenidos, permite considerar un movimiento de rotación anti-horario, vinculado a la microplaca Rivera para Puerto Vallarta; mientras que en Oaxaca existe un ajuste frontal en la convergencia directa de la placa Cocos, donde no hay rotación.
|