Resumen:
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Durante la década de los ochenta, los estudios realizados
con metodologías cualitativas en didáctica de las matemáticas experimentan un incremento considerable (Eisenhart, 1988, Schoenfeld, 1994). Entre los factores que más influyeron en este cambio metodológico podemos citar: la apertura epistemológica y la apertura interdisciplinar que experimentó la investigación en la enseñanza aprendizaje de las matemáticas. Entre las líneas de investigación que más han contribuido al incremento de los estudios cualitativos destaca la que se orienta, de manera muy diversificada, al estudio de la estructura cognitiva de los alumnos, al estudio sobre las estrategias usadas por los estudiantes en resolución de problema, o al estudio sobre metacognición y creencias. Dentro de la investigación escolar, la comprensión del aprendizaje se ha medido por los logros académicos de los aspectos cognitivos. Aun reconociendo que los resultados afectivos, procedentes de la metacognición y dimensión afectiva del individuo, determinan la calidad del aprendizaje, a menudo estos estudios se han dejado de lado. A finales de la década de los ochenta gran parte de las investigaciones en didáctica de las matemáticas sobre los procesos de aprendizaje ha comenzado a centrarse en estos aspectos, a los que se añade la importancia del contexto sociocultural en el aprendizaje de la matemática D’Ambrosio, 1985; Bishop, 1988; Mellin-Olsen 1987; Lerman, 1996). Este nuevo enfoque de la dimensión afectiva, auspiciado en gran medida por los trabajos del educador matemático McLeod (1988, 1992, 1994)1, pone de manifiesto que las cuestiones afectivas juegan.
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