Resumen:
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En la actualidad el espacio europeo se ha convertido, según algunos autores (Grande y Beck, 2006; Delibaši?c, 2013, Kun, 2015) en un importante referente de identificación. Por otra parte, con una historia más prolongada, el transnacionalismo se posiciona como un fenómeno propio de la era global, que no para de crecer a nivel internacional (Castro Neira, 2005; Guarnizo, 2004; Faist, 2013). Estos dos fenómenos están muy interrelacionados, e incluso se superponen en el espacio territorial y en el simbólico. Tanto, que ambos se confunden como uno solo, e incluso se platean como un mismo mecanismo en expansión, que en el caso de Europa puede ayudar a la construcción de un espacio europeo de sentido identitario o proto identitario, que estaría dando paso a una entidad política con una comunidad de sentido que le corresponde. Especialmente se relacionan y se confunden cuando los dos países principales de la identificación transnacional de una persona o un colectivo, coincide con dos países de la Europa de la 27. Esta situación afecta a la juventud emigrante y móvil, tanto por sus acciones transnacionales autónomas, como por las políticas públicas que les permiten dicha movilidad. La hipótesis de este texto es que la identificación transnacional y la identificación europea son dos procesos diferenciados y con consecuencias también diferenciadas, tanto en lo referente al fortalecimiento o debilitamiento de un espacio europeo, como en sus efectos sobre el sentido de pertenencia y de lo común que está en construcción. Este planteamiento se somete a prueba mediante el análisis de datos primarios y secundarios, generados por investigaciones recientes. Para ello se utilizan tanto información cualitativa (entrevistas), como análisis de datos (encuestas) sobre movilidad, identificación y pertenencia.
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