Resumen:
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La fibrilación auricular (FA) es la arritmia cardiaca sostenida más frecuente en la práctica clínica diaria. En España, un millón de personas padecen FA, y su incidencia y prevalencia están en constante aumento debido al envejecimiento de nuestra sociedad. Esta patología conlleva una elevada morbimortalidad, así como un riesgo demostrado de eventos embólicos, entre los que destacan los accidentes cerebrovasculares por su impacto clínico. Dentro del espectro de la fibrilación auricular cabe identificar dos subgrupos de pacientes, unos con arritmia asociada a enfermedad valvular (FAV) y otro grupo más numeroso con fibrilación auricular no valvular (FANV). Independientemente del tipo de FA que padezca el paciente, el tratamiento anticoagulante ha constatado ampliamente su utilidad a la hora de prevenir los ictus, y es la única estrategia que ha demostrado disminuir la mortalidad en la FA. Sin embargo, asociado al riesgo tromboembólico existe siempre un riesgo hemorrágico que hay que valorar de forma individualizada. Las hemorragias, y en concreto los sangrados mayores y los intracraneales, suponen el mayor peaje que hay que pagar en los pacientes que reciben tratamiento antitrombótico. Estas complicaciones generan gran discapacidad y presentan una letalidad superior a la de los eventos embólicos. Con el objetivo de identificar a los pacientes con FANV y elevado riesgo hemorrágico se han desarrollado diferentes escalas específicas. De todas ellas, HAS-BLED es la más recomendada a nivel internacional, y así queda reflejado en las últimas guías de práctica clínica. En los pacientes identificados como de alto riesgo por su puntuación en la escala HAS-BLED se deben controlar todos los factores de riesgo modificables para la aparición de sangrado, y deben recibir un seguimiento clínico más estrecho...
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