Resumen:
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Los discursos, al igual que otros símbolos, son estructuras de poder que tienen la capacidad de visualizar o invisibilizar posibilidades de acción, así como de articular o desarticular relaciones y de incluir o estancar inclinaciones prácticas. De ahí que toda palabra o discurso, particularmente referidas al campo político de una sociedad, sea a la vez también un hecho político capaz de producir efectos y de inhibir actitudes políticas de ciertos grupos y de ciertas personas. Esto significa que, al menos en política, no hay palabras neutras, técnicas imparciales, asépticas o susceptibles de navegar inmaculadamente por encima de las estrategias, de las luchas y de las confrontaciones desplegadas por los sujetos en torno al registro y gerencia de la cosa pública de una sociedad. (García, 2002 citado por Arandía, 2016, p. 76) Por ello, cualquier discurso que se adopta para realizar un análisis de Política Pública, en este caso, la Política de Seguridad Ciudadana, es necesario que consciente de sus dimensiones ideológicas y actitudinales se encuentre basado en: la naturaleza del régimen del sistema político, la capacidad de los gobiernos, el marco normativo, las estructuras de planificación y presupuestación, el grado de cohesión y de movilización de los actores sociales y políticos, el recurso humano disponible, las herramientas y técnicas que condiciona la elaboración de las políticas públicas, la cultura política del país, la cultura burocrática...
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