Resumen:
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La avicultura, y en concreto la cría de gallinas, estaba plenamente arraigada en el campo del siglo XVIII y era una práctica ancestral, aunque restringida al ámbito familiar. El desprestigio y persecución de los privilegios y usos trashumantes en el marco del Honrado Concejo de la Mesta motivó la búsqueda por los ilustrados de alternativas económicas sustitutorias. Pronto se dieron cuenta de que la gallinería contaba con una serie de características muy peculiares, convirtiéndola en la mejor elección para infinidad de ganaderos desprovistos de capital y necesitados de recursos. Tradición secular, rentabilidad, mínima inversión, elasticidad de los mercados, aporte importante a la economía del Estado o fácil alimentación conformaban sólo algunos de los rasgos que hicieron evidente la viabilidad de esa política agraria. En consecuencia, los ilustrados propiciaron la difusión de conocimientos aviares por medio de informes, manuales o traducciones, que minaban los cimientos privilegiados de la Cabaña Real.
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