Resumen:
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Uno de los retos de los últimos años ha sido diseñar y desarrollar nuevas estrategias para el transporte de fármacos, particularmente estrategias menos invasivas y dirigidas a dianas específicas del organismo. En este sentido, los nuevos avances en nanotecnología y biomedicina están abriendo nuevas posibilidades terapéuticas y de diagnóstico. Una de las vías con mayor potencial para la administración de fármacos, tanto para tratamientos locales como periféricos, es a través de las vías aéreas, especialmente para compuestos con baja solubilidad en medios acuosos y con escasa biodisponibilidad cuando se administran por vías convencionales (oral o tópica). Las ventajas más evidentes que presenta el sistema respiratorio frente a otras vías de administración son su gran superficie (100 m2 aprox.), el fino epitelio alveolar que lo recubre, la permeabilidad de sus membranas y su alta vascularización (5 L/min aprox.), que permiten una elevada y rápida absorción de moléculas. Además, la degradación de fármacos en los pulmones es lenta, debido a la baja actividad enzimática intra y extracelular. Sin embargo, durante su evolución el sistema respiratorio ha desarrollado diversas barreras para evitar el acceso de sustancias y microorganismos nocivos. Por tanto, resulta esencial investigar cómo sobrepasarlas y evaluar la posibilidad paradójica de usarlas para transportar fármacos. En esta línea, el surfactante pulmonar, que no ha sido tenido en cuenta en la mayoría de los estudios de transporte de fármacos, se propone como una herramienta eficaz para vehiculizar una nueva generación de agentes terapéuticos...
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