Resumen:
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Hablamos de ponernos las gafas de género cuando hacemos análisis que consideran los efectos diferenciados que tiene lo que se planifica, decide, hace y evalúa sobre mujeres y hombres por el mero hecho de serlo. Es decir, por los diferentes y desiguales roles de género que se les han asignado y siguen asignando a unas y otros. A través de varios ejemplos podemos advertir que, por un lado, una evaluación que se realice con perspectiva de género, es una evaluación de mayor calidad; por otro, que la evaluación nos puede ayudar a detectar cuándo dicha perspectiva de género se ha perdido o evaporado a lo largo del ciclo de intervención. Igualmente, que el conocimiento experto de género ha sido y sigue siendo necesario para poder ayudar a detectar lo que ha estado “normalizado” durante tanto tiempo.
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