Resumen:
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La Edad Media valoró enormemente la originalidad y la creatividad, aunque estas cualidades no sólo las engarzó en la cadena de la imaginación –tal como nosotros solemos hacer hoy día–, sino que quedaron enmarcadas en el campo de la memoria. De este modo, la asunción habitual de que la memoria es un medio exclusivo de una sociedad oral no parece ser del todo satisfactoria, ya que en la Edad Media la memoria estaba presente por igual en los estratos sociales más cultivados e instruidos. Sin ir más lejos, durante el periodo medieval, la influencia de una pedagogía heredada (con raíces retóricas del mundo clásico) supuso que la memoria cultivada (así como la apropiación afectiva de materiales preexistentes) permaneciese como algo esencial para la cultura instruida por ser considerada decisiva no sólo para la lectura y la composición, sino también para la formación del carácter. Este estudio propone algunos pensamientos, con ejemplos venidos tanto de lo sacro como de lo profano, sobre este asunto.
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