Resumen:
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La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) o “Amyotrophic Lateral Sclerosis” (ALS) en inglés, es una enfermedad neurodegenerativa en la que se produce la muerte de las motoneuronas superiores e inferiores. Estas neuronas son las encargadas de transmitir el impulso nervioso hacia los músculos permitiendo el movimiento. A lo largo que la enfermedad evoluciona, se produce una debilidad progresiva en las extremidades (suele afectar primero a un tipo para extenderse al otro) y una consecuente debilidad muscular. Esto conlleva a una atrofia de los músculos y en etapas finales a una parálisis total, lo que provoca normalmente una insuficiencia respiratoria que lleva a la muerte del paciente. A día de hoy y como ocurre con otras enfermedades neurodegenerativas, sigue sin haber un tratamiento eficaz para la ELA. Durante años, el único fármaco aprobado para su prescripción ha sido el riluzol, pero ha demostrado una escasa efectividad. La prevalencia de la enfermedad muestra que aproximadamente 2 personas de cada 100.000 padecen la ELA, siendo más frecuente la afección en hombres que mujeres con un ratio 3 a 1. Alrededor de un 90% son casos esporádicos, dejando el restante 10% de origen familiar. En cualquiera de los dos casos, se han identificado múltiples mutaciones asociados a la ELA. En los años noventa la primera mutación que se identificó fue en el gen de la proteína SOD1, lo que ha hecho que sea la más estudiada. No fue hasta el año 2006 cuando también se identificó a TDP43 como otra proteína cuya mutación se asocia a la ELA (y a la demencia frontotemporal). En estos últimos años otros genes se han ido añadiendo a la lista de mutaciones implicadas, como FUS, o de manera más relevante el gen C9ORF72. La mayoría de las mutaciones en estos genes producen un plegamiento erróneo proteico y en consecuencia, fallos funcionales que desencadenan múltiples eventos citotóxicos que desencadenan la muerte de las motoneuronas. Entre esos eventos, se puede encontrar una marcada activación glial asociada a un incremento de la inflamación; fallos en la respiración celular que desencadenan estrés oxidativo; exceso de glutamato en las sinapsis que promueven una excitotoxicidad, etc. Esta amplia patogénesis en la que los diversos eventos tóxicos se suman y se complementan, dificultan el poder encontrar un tratamiento eficaz para la ELA...
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