Resumen:
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Estamos viviendo unos tiempos convulsos en lo que respecta a la información que llega a la ciudadanía a través de los medios de comunicación. En muchos casos, en la información ofrecida por los medios están ausentes los tres principios básicos del periodismo informativo: el contraste, el contexto y el rigor -también criterios esenciales de un periodismo de calidad-, lo que inevitablemente da como resultado que el tratamiento informativo esté marcado por la simplicidad, el uso de estereotipos, la ausencia de las relaciones causales de los acontecimientos, el silencio de determinadas voces, y el comentario en lugar del análisis. Este tratamiento informativo distorsiona (intencionalmente o no) la realidad, dificultando el ejercicio pleno del derecho a la información, en su dimensión más amplia y, por tanto, el empoderamiento de la ciudadanía a partir de la información. Esta situación es el resultado de la coincidencia de diversos factores: por un lado organizativos, que están en el entorno de los medios y que han establecido una nueva lógica mediática; y por otro éticos, relacionados con la actuación del periodista que intenta responder a las expectativas de dicha lógica. Se presenta entonces una paradoja: en la era de la sobreinformación es más difícil estar informado. Si se añade en ese escenario a los países del Sur como tema principal de la información, la dificultad de disponer de información rigurosa, contrastada y contextualizada se multiplica. Sobre estos países se informa poco y mal, se trivializa con anécdotas, se tiende a la simplificación y a la generalización que muchas veces confunden y equivocan más que informan. Las deficiencias en el tratamiento informativo de temas vinculados al Sur, como la pobreza, el desarrollo, la violencia, las migraciones, el narcotráfico, los conflictos y crisis, demuestran que los medios están más interesados en los sucesos que en los procesos...
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