Resumen:
|
A lo largo del siglo XX han existido multitud de corrientes filosóficas, artísticas o literarias que se han denominado herederas directas del pensamiento nietzscheano. Corrientes a veces diamentralmente opuestas en sus reivindicaciones, pero que sosteniendo una cita, un fragmento o una obra extraída de Nietzsche hacían gala de una energía crítica y renovadora no exenta a menudo de ciertos peligros. Nietzsche como pretexto para cambiar el mundo, es algo que quizá podría resumir el anhelo común de todas estas corrientes. El estilo nietzscheano es algo inédito en el panorama filosófico, su escritura renuncia a la voluntad de tratado, podemos encontrar a menudo un párrafo en el que defiende una idea y en otras obras encontrar la defensa de algo que podría resultar contrario. La escritura de Nietzsche está viva y es difícil reducirla a un lugar claro y distinto. En esta investigación hemos querido tratar de la voluntad de estilo como búsqueda personal de una moral que no renuncia a su perspectiva estética. La afinidad con del gusto moral posee una raíz fisiológica que sólo encuentra expresión en el arte. Para llegar a tal cometido hemos querido repasar el periodo intermedio (1876-1884) del pensamiento nietzscheano. En dicho periodo hemos encontrado complicidades con la ciencia y una defensa de la metodología científica como condición de posibilidad de la liberación de las fuerzas activas y con ello de la creatividad. También hemos intentado afirmar que todo conocimiento, desde la perspectiva genealógica, posee un detonante creativo, esto es, cualquier disciplina del saber ha venido al mundo por medio de una invención. Vivir es inventar, el problema deviene cuando el saber aspira a la verdad, a la asunción de una única perspectiva que es incapaz de asumir un rostro bifronte...
|