Resumen:
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Durante la Baja Edad Media, varios miembros de las élites de poder tomaron el hábito y profesaron en algún monasterio, aunque en número inferior a las mujeres. Se analizan sus motivaciones desde un punto de vista socioeconómico –viudedad, invalidez, bastardía, vasallaje a los patronos y reajustes patrimoniales– y político –contactos previos con la corte–. Se abordan las dinámicas en la profesión de los diferentes estamentos: los oficiales y miembros del entornos de la corte, la alta nobleza y las oligarquías urbanas. Algunos de ellos hicieron carrera eclesiástica dentro de la orden a la que pertenecían o en la clerecía secular, como obispos y arzobispos; esto último, unido a que los religiosos recibieron privilegios y donaciones de la familia real y de la nobleza, dio lugar, además de aumentar las diferencias sociales entre los profesos, al surgimiento de conflictos por las dotes y los bienes donados.
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