Resumen:
|
El inicio de las comunicaciones entre España y China se podría remontar al siglo XVI, cuando los misioneros cristianos se encontraron entre los pioneros en llegar a Extremo Oriente. Sin embargo, esta tendencia no se ha podido mantener en épocas posteriores, dada la decadencia de poderío de los dos imperios. Entre los años 1970 y 1982, las relaciones sino-españolas experimentaron cambios trascendentales. En el segundo tercio del siglo XX, la España de Franco mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno de la China Nacionalista (Kuomintang), que se desplazó a Taiwán después de 1949, aunque las relaciones oficiales con España continuaron. El cambio se produjo en el año 1973, en un contexto histórico en que, tanto la China de Mao, como la España de Franco, estaban buscando su espacio vital en el escenario internacional. Paradójicamente, el contexto de la Guerra Fría les ofreció una coyuntura de aproximación, dado que en los años setenta del siglo XX, la pugna ideológica pasó a ser secundaria; mientras tanto, el enfrentamiento con la URSS y la admisión a la RPCh en la ONU favoreciron el acercamiento entre Beijing y Madrid. Ese proceso culminó el 9 de marzo de 1973 con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos. En los diez años siguientes, la consolidación de vínculos bilaterales ha sido paulatina, puesto que ambos países estaban experimentando cambios transcendentales en la esfera interna. La visita de los reyes de España a China en 1978 fue un hito culminante en las relaciones oficiales sino-españolas. Tras este acontecimiento -España en medio de los procesos de Transición y democratización; China en vísperas de la política de Reforma y Apertura-, ambas iniciaron un camino hacia la modernización y un giro hacia un estilo pragmático en la política exterior. Este periodo coincidió con el hecho de que los vínculos no gubernamentales entre China y España empezaron a abrirse, y aunque fuera de manera escalonada en el comienzo, se observaría crecimiento considerable de esta tendencia en un tiempo posterior. En la historia de China y de España se contemplan una serie de similitudes. Aún así, nos queda una laguna por rellenar en cuanto a los antecedentes de sus relaciones bilaterales. Se espera que los conocimientos en este aspecto promuevan que nos concedamos mutuamente la importancia debida, ya que en su momento no se ha podido realizar con la suficiente profundidad a causa de las circunstancias.
|