Resumen:
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En la Cuenca de Madrid y, especialmente, en la zona sur (Mesa de Ocaña), la discontinuidad estratigráfica que define el límite Mioceno-Plioceno está representada por una superficie paleokárstica desarrollada sobre las calizas de la Unidad Superior del Mioceno. El paleokarst sufrió una evolución polifásica dentro de la cual se han destacado tres episodios principales. El primero, que afectó por igual a todo el conjunto carbonático, se inició con la desecación de los sistemas lacustres instalados en el área durante el Turoliense. El nivel freático se mantuvo próximo a la superficie del terreno, como se constata por la situación de cuevas horizontales en las calizas. La superficialidad de la tabla de agua, junto a la falta de litificación del sedimento, propició una extensiva colonización vegetal. Asociado a las raíces de las plantas, se originó un conjunto de tubos que, junto con las cuevas horizontales, configuran un modelado característico del tipo de perfiles kársticos denominados «descubiertos». La evolución posterior del karst tuvo lugar tras el plegamiento de las calizas. Esta segunda etapa se caracterizó por la formación local de calcretas con sus fábricas características (laminar, pisolítica, etc.) sobre los perfiles anteriores, lo que evidencia un régimen climático árido. Más tarde, la tipología de perfiles «cubiertos por calcretas» resultante fue enterrada por el sistema fluvial plioceno que se instaló en el NE de la Mesa de Ocaña. En la zona sur, más alejada de los depocentros deposicionales, se constata un tercer episodio evolutivo definido por la acumulación de suelos, fundamentalmente en los sinclinales. Bajo esta cubierta edáfica tuvo lugar una intensa disolución y brechificación del sustrato que se ha reflejado en un tercer tipo de perfiles, denominados «brechoides» y que indicarían condiciones climáticas húmedas. Finalmente, todo el conjunto fue fosilizado por las costras calcáreas que se formaron a finales del Plioceno. El estudio de este paleokarst permite, por un lado, desvelar los procesos diagenéticos principales que han experimentado las calizas de la Unidad Superior del Mioceno desde las etapas iniciales de exposición subaérea y, por otro, determinar que dicha exposición se prolongó durante todo el Plioceno. No obstante, la duración de la primera fase generalizada de karstificación fue más breve, ya que las evidencias apuntan a cifras del orden de 105 años.
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