Resumen:
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Desde la primera biopsia de un diente al que se le aplicó una fuerza allá por el año 1901 (Meikle, 2006; Wöstmann et al., 2008), la comunidad científica, en concreto la odontológica, siempre se preguntó cómo podía moverse un diente a través del hueso alveolar. Hoy, más de 100 años después, seguimos sin saber con exactitud todos los factores que influyen en este proceso pero hacemos un esfuerzo por conocerlo cada vez más a fondo. El entendimiento de los factores más influyentes en este remodelado óseo podría acarrear múltiples ventajas. Entre ellas destacaríamos un mayor control del movimiento ortodóncico, modificaciones en la velocidad del mismo, disminución del dolor, ejecución de movimientos fuera del alcance de la ortodoncia actual e incluso poder comprender y diferenciar las distintas técnicas ortodóncicas desde un punto de vista molecular. Partiendo del conocimiento de la biología ósea y en base a estudios previos en el campo de la ortodoncia y biología molecular, la utilización de diferentes métodos de inmunodiagnóstico (searchlight, westren blot y citometría de flujo con Luminex) nos permitirán detectar la presencia de varios mediadores bioquímicos mediante la toma de muestras de fluido crevicular con puntas de papel...
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