Resumen:
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Desde que en sus orígenes el hombre empezó a ordenar su conciencia creativa, la escultura es el punto de partida de la relación hombre y universo, siendo el vacío, el ideal que anima al artista a participar en los gestos mismos de la creación, fuera de las corrientes filosóficas o religiosas. En nuestro afán de comprender un poco más esta esencia creativa, hemos destinado nuestra investigación hacia el planteamiento de la escultura como un tránsito hacia la nada, a pesar de que la tradición artística ha considerado durante siglos, que las obras escultóricas son un núcleo cerrado y embozado en una forma perfecta determinando un espacio. Sin embargo, el vacío creado en una escultura es el que nos está revelando precisamente ese carácter sólido del objeto, y no fue hasta que, la irrupción de la modernidad sacrificó ese postulado clásico para demostrarnos que el vacío concebido en una obra, desde los primeros huecos mágicos hasta la más contemporánea idea de la nada, es el que ha ido elaborando esa plenitud primordial que convierte la escultura, en obra abierta como entidad substancial del hombre.La cualidad del argumento planteado en este trabajo radica en que, lejos de plantear un estudio de la escultura que utiliza el espacio para poder materializarse, presenta en concreto los problemas del artista acerca del vacío, como hueco existente en algunas obras y como ausencia total de materia en otras, convirtiendo la inexistencia matérica en el atributo más excelente del arte escultórico. Por ello, este proyecto se separa de las reflexiones filosóficas y de las nuevas concepciones espaciales en las que se fundamentan otras monografías, para centrarse en el estudio del hueco en su génesis embrionaria, en su transformación en manos del artista a partir del mil novecientos y su presencia absoluta como volumen del vacío escultórico.
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