Resumen:
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La concurrencia de tres condiciones en las personas mayores, el proceso de envejecimiento, el estilo de vida y las condiciones relacionadas con la salud, va a tener como principal consecuencia el desarrollo de discapacidad. Se estima que entre un 20- 30% de los mayores de 70 años residentes en la comunidad presentan discapacidad en la movilidad y en la realización de actividades básicas e instrumentales de la vida diaria. Esta discapacidad se asocia con mayor riesgo de mortalidad, hospitalización, necesidad de cuidados a largo plazo, y un mayor gasto sanitario. Pero la discapacidad, cuando se produce de manera no catastrófica, suele ir precedida de una condición que ha sido denominada como síndrome de fragilidad. La prevalencia de fragilidad en pacientes mayores de 65 años es elevada, situándose entre el 7% y el 16.9%, siendo muy variable según las distintas series y aumentando con la edad. La alta prevalencia de este síndrome en las personas mayores, así como su potencial reversibilidad hacen de la fragilidad el blanco perfecto para superar el reto de la discapacidad en los adultos mayores y de ahí la relevancia de su diagnóstico. Aunque se han descrito en la actualidad muchas herramientas para su detección, todas ellas han sido basadas y validadas a través de estudios epidemiológicos, sobre cohortes de diferentes individuos, con diferentes características y evaluando distintos dominios. Estos estudios han proporcionado una fuerte evidencia de la importancia de la fragilidad en la progresión de la discapacidad, proporcionando varios instrumentos para evaluarla. Sin embargo se ha realizado una valoración del riesgo de la población general y no una valoración del riesgo individual a través de sujetos o pacientes seleccionados. El siguiente paso debe ser ampliar la detección de la fragilidad en los ámbitos en los que el riesgo de discapacidad es más alto y donde las posibilidades de intervención son más elevadas. Se puede decir que la fragilidad ha cubierto las etapas pre-clínicas de su conceptualización, pero ahora es el momento de ofrecer los pilares clínicos necesarios para su aplicación práctica en aquellos medios clínicos donde se atiende pacientes en situación de alto riesgo para el desarrollo fragilidad y de los frágiles en riesgo de discapacidad. Sin embargo, todavía no estamos seguros de si los instrumentos para la detección de fragilidad son útiles a nivel clínico, por lo que el objetivo de la presente tesis doctoral es evaluar la efectividad y la viabilidad de los instrumentos de valoración de fragilidad de los que disponemos en la actualidad en diferentes medios clínicos, en concreto en aquellos donde es más frecuente su presencia fuera de los Servicios de Geriatría (urgencias, cirugía general, oncología y cardiología) y, en consecuencia, donde más interés podría tener su evaluación...
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