Resumen:
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¿Cómo podemos emanciparnos de un lenguaje originalmente androcéntrico y misógino? ¿Quiénes tienen las herramientas para dinamitar un sistema que perpetua el sexismo y el patriarcado (entre otros males), y por ende, la subordinación de un género a otro como único modelo social? Parafraseando a Beatriz Preciado en una entrevista para El Espectador (Malagón Llano, 2014), no podemos llevar a cabo una transformación social si la mayoría de nosotros no estamos dispuestos a renunciar a nuestros privilegios sociales y políticos ya que ese cambio solo se dará si lo hacemos colectivamente. Para posibilitar esos cambios, hemos de servirnos del Arte y de las propuestas artísticas, ya que es desde ellas donde es posible transformar el modo de representación de los cuerpos y las relaciones de poder.
“Wittgenstein (1921) afirmaba que los límites del lenguaje son los límites del pensamiento; eso quiere decir que la mentalidad colectiva y la conducta individual y social están condicionadas de alguna manera por el sistema lingüístico” (Calero Fernández, 1999). ¿Cómo, si no a través del lenguaje, podemos conseguir un cambio en el pensamiento y los imaginarios sociales? Este documento trata de ahondar, desde una perspectiva transfeminista1, qué propuestas se pueden dar (y cuales ya se están dando) dentro y fuera del marco institucional frente al sexismo lingüístico.
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